
Y alli estaba, con vivos azules por los hombros, con el sol que la hacia brillar, resplandecer en cada tarde de domingo, inflada con orgullo, con amistad y con corazon, con una capacidad de atraccion inigualable, de enamoramiento. Y cada uno empezaba a ir, a vestirla por primera vez, a empezar a quererla y a respetarla y paradojicamente a ensuciarla, a transpirarla.
La camiseta de hacha y tiza vivió una vida con muchos vaivenes, se abrazó a la derrota casi permanente, dándole unos zarpazos a la gloria con un partido ganado cada tanto a alguno de los buenos. Luego creció, se fortaleció y tocó su cielo, su pico maximo jugando una final. El dia que no pudo ser, que tendria que haber sido y no pudo ser.
La busqueda permanente de gloria sigue, seguirá y desde acá, desde los que nos enamoramos aquella vez, los que la queremos, la respetamos, la ensuciamos y la transpiramos le deseamos toda la suerte a la nueva camiseta.
1 comentario:
Impresionante genio!!
Asi debera ser!!!
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