miércoles, 11 de junio de 2008

Maradona



Maradona

Jugó, venció, meó, perdió. El análisis delató efedrina y Maradona acabó de mala manera su Mundial del 94. La efedrina, que no se considera droga estimulante en el deporte profesional de los Estados Unidos y de muchos otros países, está prohibida en las competencias internacionales.
Hubo estupor y escándalo. Los truenos de la condenación moral dejaron sordo al mundo entero, pero mal que bien se hicieron oír algunas voces de apoyo al ídolo caído. Y no sólo en su dolorida y atónita Argentina, sino en lugares tan lejanos como Bangladesh, donde una manifestación numerosa rugió en las calles repudiando a la FIFA y exigiendo el retorno del expulsado. Al fin y al cabo, juzgarlo era fácil, y era fácil condenarlo, pero no resultaba tan fácil olvidar que Maradona venía cometiendo desde hacía años el pecado dc ser el mejor, el delito de denunciar a viva voz las cosas que el poder manda callar y cl crimen de jugar con la zurda, lo cual, según el Pequeño Larousse Ilustrado, significa «con la izquierda» y también significa «al contrario de como se debe hacer».
Diego Armando Maradona nunca había usado estimulantes, en vísperas dc los partidos, para multiplicarse el cuerpo. Es verdad que había estado metido en la cocaína, pero se dopaba en las fiestas tristes, para olvidar o ser olvidado, cuando ya estaba acorralado por la gloria y no podía vivir sin la fama que no lo dejaba vivir. Jugaba mejor que nadie a pesar de la cocaína, y no por ella.
Él estaba agobiado por el peso de su propio personaje. Tenía problemas en la columna vertebral, desde el lejano día en que la multitud había gritado su nombre por primera vez. Maradona llevaba una carga llamada Maradona, que le hacía crujir la espalda. El cuerpo como metáfora: le dolían las piernas, no podía dormir sin pastillas. No había demorado en darse cuenta de que era insoportable la responsabilidad de trabajar de dios en los estadios, pero desde el principio supo que era imposible dejar de hacerlo. «Necesito que me necesiten», confesó, cuando ya llevaba muchos años con el halo sobre la cabeza, sometido a la tiranía del rendimiento sobrehumano, empachado de cortisona y analgésicos y ovaciones, acosado por las exigencias de sus devotos y por el odio de sus ofendidos.
El placer de derribar ídolos es directamente proporcional a la necesidad de tenerlos. En España, cuando Goicoechea le pegó de atrás y sin la pelota y lo dejó fuera de las canchas por varios meses, no faltaron fanáticos que llevaron en andas al culpable de este homicidio premeditado, y en todo el mundo sobraron gentes dispuestas a celebrar la caída del arrogante sudaca intruso en las cumbres, el nuevo rico ése que se había fugado del hambre y se daba el lujo de la insolencia y la fanfarronería.
Después, en Nápoles, Maradona fue santa Maradonna y san Gennaro se convirtió en san Gennarmando. En las calles se vendían imágenes de la divinidad de pantalón corto, iluminada por la corona de la Virgen o envuelta en el manto sagrado del santo que sangra cada seis meses, y también se vendían ataúdes de los clubes del norte de Italia y botellitas con lágrimas de Silvio Berlusconi. Los niños y los perros lucían pelucas de Maradona. Había una pelota bajo el pie de la estatua del Dante y el tritón de la fuente vestía la camiseta azul del club Nápoles. Hacía más de medio siglo que el equipo de la ciudad no ganaba un campeonato, ciudad condenada a las furias del Vesubio y a la derrota eterna en los campos de fútbol, y gracias a Maradona el sur oscuro había logrado, por fin, humillar al norte blanco que lo despreciaba. Copa tras copa, en los estadios italianos y europeos, el club Nápoles vencía, y cada gol era una profanación del orden establecido y una revancha contra la historia. En Milán odiaban al culpable de esta afrenta de los pobres salidos de su lugar, lo llamaban jamón con rulos. Y no sólo en Milán: en el Mundial del 90, la mayoría del público castigaba a Maradona con furiosas silbatinas cada vez que tocaba la pelota, y la derrota argentina ante Alemania fue celebrada como una victoria italiana.
Cuando Maradona dijo que quería irse de Nápoles, hubo quienes le echaron por la ventana muñecos de cera atravesados de alfileres. Prisionero de la ciudad que lo adoraba y de la camorra, la mafia dueña de la ciudad, él ya estaba jugando a contracorazón, a contrapié; y entonces, estalló el escándalo de la cocaína. Maradona se convirtió súbitamente en Maracoca, un delincuente que se había hecho pasar por héroe.
Más tarde, en Buenos Aires, la televisión trasmitió el segundo ajuste de cuentas: detención en vivo y en directo, como si fuera un partido, para deleite de quienes disfrutaron el espectáculo del rey desnudo que la policía se llevaba preso.
«Es un enfermo», dijeron. Dijeron: «Está acabado». El mesías convocado para redimir la maldición histórica de los italianos del sur había sido, también, el vengador de la derrota argentina en la guerra de las Malvinas, mediante un gol tramposo y otro gol fabuloso, que dejó a los ingleses girando como trompos durante algunos años; pero a la hora de la caída, el Pibe de Oro no fue más que un farsante pichicatero y putañero. Maradona había traicionado a los niños y había deshonrado al deporte. Lo dieron por muerto.
Pero el cadáver se levantó de un brinco. Cumplida la penitencia de la cocaína, Maradona fue el bombero de la selección argentina, que estaba quemando sus últimas posibilidades de llegar al Mundial 94. Gracias a Maradona, llegó. Y en el Mundial, Maradona estaba siendo otra vez, como en los viejos tiempos, el mejor de todos, cuando estalló el escándalo de la efedrina.
La máquina del poder se la tenía jurada. Él le cantaba las cuarenta, eso tiene su precio, cl precio se cobra al contado y sin descuentos. Y el propio Maradona regaló la justificación, por su tendencia suicida a servirse en bandeja en boca de sus muchos enemigos y esa irresponsabilidad infantil que lo empuja a precipitarse en cuanta trampa se abre en su camino.
Los mismos periodistas que lo acosan con los micrófonos, lc reprochan su arrogancia y sus rabietas, y lo acusan de hablar demasiado. No les falta razón; pero no es eso lo que no pueden perdonarle: en realidad, no les gusta lo que a veces dice. Este petiso respondón y calentón tiene la costumbre de lanzar golpes hacia arriba. En el 86 y en el 94, en México y en Estados Unidos, denunció a la omnipotente dictadura de la televisión, que estaba obligando a los jugadores a deslomarse al mediodía, achicharrándose al sol, y en mil y una ocasiones más, todo a lo largo de su accidentada carrera, Maradona ha dicho cosas que han sacudido el avispero. Él no ha sido el único jugador desobediente, pero ha sido su voz la que ha dado resonancia universal a las preguntas más insoportables: ¿Por qué no rigen en el fútbol las normas universales del derecho laboral? Si es normal que cualquier artista conozca las utilidades del show que ofrece, ¿por qué los jugadores no pueden conocer las cuentas secretas de la opulenta multinacional del fútbol? Havelange calla, ocupado en otros menesteres, y Joseph Blatter, burócrata de la FIFA que jamás ha pateado una pelota pero anda en limusinas de ocho metros y con chófer negro, se limita a comentar:
El último astro argentino fue Di Stéfano.
Cuando Maradona fue, por fin, expulsado del Mundial del 94, las canchas de fútbol perdieron a su rebelde más clamoroso. Y también perdieron a un jugador fantástico. Maradona es incontrolable cuando habla, pero mucho más cuando juega: no hay quien pueda prever las diabluras de este inventor de sorpresas, que jamás se repite y que disfruta desconcertando a las computadoras. No es un jugador veloz, torito corto de piernas, pero lleva la pelota cosida al pie y tiene ojos en todo el cuerpo. Sus artes malabares encienden la cancha. El puede resolver un partido disparando un tiro fulminante de espaldas al arco o sirviendo un pase imposible, a lo lejos, cuando está cercado por miles de piernas enemigas; y no hay quien lo pare cuando se lanza a gambetear rivales.
En el frígido fútbol de fin de siglo, que exige ganar y prohibe gozar, este hombre es uno de los pocos que demuestra que la fantasía puede también ser eficaz.

Texto de Eduardo Galeano, publicado en el libro "El futbol a sol y sombra"

viernes, 6 de junio de 2008

Reportaje a un Historico


La gente se arrimaba al alambrado cada vez que el equipo de camiiseta azul y blanca disputaba sus partidos en el oratorio del Don Bosco. Aunque algunos sostienen que era para ver al equipo en su totalidad, hay un dato certero, preciso, sin parangon, al que se acercaban a ver era a él, a este marcador lateral que el tiempo puso en su lugar (una guardia de un hospital y una pileta climatizada) y que con su altura y sus piernes largas, nunca nadie entendio porque llegaba siempre a destiempo.

Su padre afirma que se caracteriza “por la falta de nocion de tiempo y distancia” y continua, “imaginate que una vez le preste el Reno´ 19 y en la curva del tunel de Chorroarin, lo ubica´?, se dio la bomba y me lo trajo todo roto”. Según un conocido del recordado 4 de HyT, ese dia habian estado en la casa de un goleador devenido en periodista de poca monta.

Su madre lo define como el que “se fue a vivir solo y viene a comer a casa”, “hace un año que vive solo y prendio una sola vez el horno”, “no se porque pero los vecinos ya vinieron a decirme que cada tanto se junta con una banda que hace quilombo”.

Sus hermanos lo definen como “un boludo”.

Su novia dice “que no define” y que “él siempre tiene la ultima palabra, si mi amor”.

Hoy en grandes reportajes a historicos de Hcha y Tiza. Andres “El Mono” Bielecki.

P: Es verdad que te retirastes de las canchas porque una vez se acerco un jubilado que habias atendido en la guardia del Hospital de Haedo y te dijo que estabas peor que el despues del ataque cardiaco y la amputacion de la pierna izquierda?

M: No, decididamente es mentira. Yo no deje al futbol, el futbol me dejo a mi. Un dia fuimos a lo de Fede y vistes que ese te convida té raros y no se que otras porquerias…bueno volvia de su casa para el oratorio a jugar al futbol y empece a ver gente que me decia Mono no, Mono nooooo, Monoooooooooo noooooooooooo. Cuando me di cuanta eran mis compañeros de equipo que me decian no a cada pase o jugada que hacia. Ahí me di cuenta que lo mio es la medicina y ser camarero en Miami.

P: Es verdad que decis conocidos, porque para vos los amigos no existen?

M: Para mi los amigos van y vienen, son como la guita, como la salud, como los autos sobre ñla Gral. Paz. Yo no creo que haya gente ajena a tu familia que te quiera genuinamente, salvo tu novia. Despues son todas gi…giladas.

P: Cual fue tu mejor partido en Hacha y Tiza?

M: Recuerdo uno que fue maravilloso, ganamos 2 a 0. Yo jugue una barbaridad. Casi no toque la pelota, me pase en todos los saltos de cabeza, porque yo la escondo a la cabeza cuando viene por arriba, eso me lo enseño un tal …..no me acuerdo pero le decian “El Tortuga” y no por que todavia…como te contaba, las unicas dos pelotas que toque una la quise rechazar y la saco Peto, nuestro arquero con la vista por al lado del palo, y la otra la quise despejar y pego en el travesaño en el palo y la despejo Toloza.

P: Te propongo un ping pong de preguntas y respuestas para finalizar!

M: Dale, loco!

P: Un Idolo deportivo?

M. Dos, Fatigatti y Pedemonti en la ficcion. Gustavo Costas y El cabezon Allegue en el verde cesped, de mi querido Racing Club, bah…Blanquiceleste, Bah….Ra sin Club, Bah…..como se va a llamar ahora?

P: Un Grupo de Musica?

M: La Renga, men!! No se porque pero me siento re identificado. Me gusta mucho el disco “Bailando en un Pata”.

P: Una noche ideal?

M. Ir a la casa de mis amigos y llevar a mi novia y si ellos quieren jugar al truco, yo le digo a mi novia que me ayude y que aprenda. Eso esta buenisimo, porque estan todos locos, borrachines y yo les bajo los decibeles y dejan de disfrutar de lo que estaban haciendo!.

P: Un auto?

M: Un gol. Nunca pude hacer…perdon tener uno.

P: Una frase, una enseñanza, una moraleja…algo que le quieras decir a la gente.

M: (Silencio) Pone cara de pensativo, se le dibuja la sonrisa en la comisura de los labios y dice…..No, nada.

Y ahí se va con su sonrisa imperterrita, reluciente y timida caminando por las calles de Lomas del Mirador. La gente lo saluda, le agradece que se haya retirado del futbol y que le guste la medicina y la revisacion medica!

Si lo quiere conocer, dese una vuelta por el Hospital de Haedo o por el club donde antes estaba ubicada la CORFAM.

lunes, 2 de junio de 2008

Reportaje a Ronchi


Así lo define su hermana Martina:

Ronchi = Fútbol = El Enzo = El compact de Copani = Gallina Fanática = Antibostero = pibe de potrero pero coqueto = domingos con Juampi = picadito en Rivera Indarte 333 a toda hora = pelotudeces de River colgadas hasta en la sopa.
Por lo que yo recuerdo Ronchi nació con la pelota entre los pies.

Y así fue que de Sebi (el cunia=marido de martina) llegamos a Claudio y de ahí a Damián y Dieguito y se fue formando la parte de jovatos de H&T obvio sin olvidar al reportero oficial BArt (encontramos a la culpable de todo)

Qué les puedo decir a los amigos de Ronchi si lo vieron mas en esta vida que yo ?
Sí les puedo decir que no me averguenza decir que lo quiero como a muy pocas personas en esta vida y que si a veces me zarpo de hincha es porque quiero que esté bien y que viva feliz cada momento de su vida.

y de Sebi te puedo decir : Ronchi te regalé el mejor de los cuñados, aunque un poco calentón, es un chabón bueno bueno y en eso se parece mucho a vos. Cuidamelo y quiéranse que se vana a tener que ver la cara por el resto de sus días.



El futbol se pone de pie, aplaude, se emociona. Como uno de esos viejos que se sientan en la platea y miran jugar al equipo de sus amores, que le vieron pasar infinitas formaciones y que recuerdan a todas y cada una de ellas como si fueran únicas. Que se confunden con una historia de la que formaron parte, que llevan dentro de si ese pedacito de la gloria que les dio el paso del tiempo, de esa inmensa gloria que se supieron ganar. Estamos quizá frente a uno de los reportajes mas significativos de esta saga. Nos enorgullece presentar a quien puso sobre rieles aquella idea de formar un equipo, que nos adentra en la verdadera historia de H&T desde el conocimiento que le dio el estar siempre (SIEMPRE) y desde la pasión que le despierta el deporte que nos une.

Con Uds, El Duende Enrique (Alias Ronchi Rua).

Bart: que es el futbol?
Ronchi: el futbol es aquello que le da vida a los domingos, es una pasion que solo entienden pocos, es futbol es river, el futbol es el enzo, es un sentimiento que no se puede explicar
Bart: que tan histórico es ronchi en hyt?
Ronchi: aunque todos creen que yo origine hyt no fue asi, el verdadero mentor fue Martin Lencina mas conocido como marto (pionero en el arte de jugar borracho), quien me cedio la batuta para armar ese historico bayern munich, que tantos recuerdos nos dejó.
Bart: lo mejor de hyt?
Ronchi: lo mejor fue la evolucion que tuvo el equipo año a año, siguiendo jugando juntos. La union del equipo que aunque fue variando en nombres con nuevos integrantes nunca rompio la mistica.
Bart: como fue la evolucion? es verdad que el año pasado, como dijo claudio, hacha y tiza era mejor porque tomabamos cerveza?
Ronchi: como te dije antes la evolucion fue lo mejor de hyt, pero no nos olvidemos del cheko, chile, polako, javi bassetti, pepe, sin ellos todo esto no hubiera sido posible
Bart: te gusta jugar con tu cuñado?
Ronchi: el cuña ya no es cuña, es un amigo, siempre es lindo jugar con amigos, salvo con los que te prenden fuego en los reportajes.
Bart: que le cambiarias a hyt?
Ronchi: no le cambiaria nada, hay muchos hinchas de racing que me dan lastima, los ayudaria a recapacitar pero..., capaz jugar mas distendidos estaría re bueno, a veces no se puede, y me hago cargo de eso.
Bart: hay acomodos en hyt?
Ronchi: hay, pero no rompamos codigos, (al hermano lo pone siempre de 4) ¿?¿?¿?¿?
Bart: que jugadores deberían colgar los botines?
Ronchi: Ademas de Bart, yo creo que pipo debe dejar el equipo, viene a robar despues de su fallido paso por estudiantil porteño e inferiores de ferro, es un caradura, y javi si no viene en pedo no anda. Si tienen dignidad no vengan mas...
Bart: hay drogas en hyt? pasaste por ese flagelo?
Ronchi: fue un transe muy dificil, es cierto que ese dia tuve sin reflejos, (a algunos les pasa mas seguido: Claudio, Cunia, Bart, etc.) pero con la ayuda de profesionales pude salir por eso ofrezco a los jugadores de hyt el telefono del centro de rehabilitacion de drogas y alcohol 0600-COGUZZA. La droga en hyt es un condimento tan infaltable como excesivo. Hubo gente que dijo "no... yo te explico... esto es tiza en polvo",
Bart: te ayudó el estar en pareja a superar el tema del extasis?
Ronchi: me harté de las relaciones homosexuales con integrantes del plantel y decidí probar con una mujer, el dia que le conte del extasis, revolvio la cartera y me mostro el pelpa con el que habia armado un faso el sabado a la noche, asi no se puede!!!
Bart: le darias a fede disfrazado de bandana?
Ronchi: La verdad ni loco, pero admito que en brasil junto a otro integrante del equipo le he dado a cosas peores. De todos modos, creo que quedaría mejor que la gorda de VGB.

Y asi se despide Ronchi, siempre protagonista, el tipo que pone la palabra justa (ej: decirle marmota al marmota). Gracias Rua, desde esta redacción. Gracias por este humilde reportaje, gracias por la magia y gracias por el futbol.



El duende Enrique